Sobre “B612” por Azucena Villalobos
Tener 22 años es algo muy extraño. Si le preguntas a alguien que me dobla la edad, no es mucho. Si le preguntas a alguien a quien le doblo la edad, le suena a montones. Tener 22 años es ser legalmente adulta y hacer cosas de adulta y vivir en el mundo contando números, hablando bajo, con frases largas, y siendo adulta. Tener 22 años es también querer probarle al mundo que ya no eres una niña, porque muchos te acusan de aún serlo, como si fuera pecado o algo malo, incluso como si fuera tu culpa el haberlo sido hace apenas algunos años. Tener 22 años es vivir en la criminalización de lo infantil. Prohibido. Es momento de ser grande. Pero hace unos días me pasó que tuve un respiro.
El sábado 12 de septiembre volví a ser niña, sin culpa, luego de mucho tiempo, así como sin darme cuenta. Llegué a Casa Andamios Teatro, me senté en una silla y esperé pacientemente (como toda una adulta) a que la función iniciara. Empezó y minuto a minuto me deshacía de mi incomoda postura de adultez. Con suaves melodías y una increíble actuación, Azucena Villalobos, protagonista, directora y única actriz, logra rápidamente captar la atención de su audiencia, y difícilmente ha de perderla. En “B612” se adapta “El Principito”, cuento de Sant Exupéry, de una manera que no echa en falta para nada a la narrativa. Se nos presenta a sus entrañables personajes: el hombre serio, el zorro, el ex-pintor piloto, el principito y la flor, y a nosotros nos convierten en el interlocutor principal de la obra, dispuesto siempre a escuchar con atención las aventuras que dichos personajes tienen para contarnos.
El mérito reside en que esta adaptación no se limita a ser una rememoración de las conmovedoras y poderosas frases del texto, sino que, en su dinamismo, logra realmente transmitir a su público estas enseñanzas. “Esta obra nació en mi intento de volver a ser niña” empieza por decir Azucena al final de la función, y justamente eso, es una obra dirigida a los niños y las niñas presentes, incluyendo a los niños y las niñas interiores. “B612” está llena de sonrisas y risas de infantes, y te hallas a ti mismo sonriendo y riendo como ellos. Ver esta obra es un respiro y un necesario descanso.